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jueves, 13 de abril de 2017

LA REVOLUCIÓN DEL AMOR




Cada época en la historia ha creído ser revolucionaria con respecto a la anterior, también en el amor.

Es más, creemos que cuánto más modernos más evolucionados en todo, más revolucionarios porque creemos que más libres para amar como "me da la gana" y lo "que me da la gana".



Pero la verdadera revolución del amor, el punto de inflexión en este y en todo tema que involucre a la persona sucedió hace ya 2000 años. Algo cambiaron para siempre esos tres días santos que estamos empezando a celebrar. 



¿Qué sucedió?



El Hijo de Dios hecho Hombre se hizo esclavo, obediente hasta la muerte y una muerte de Cruz. ¿Qué puede tener eso de "revolución"? ¡Mucho! 



Quiso, quiere hacernos los mejores líderes. Y más que palabras y maestrías técnicas lo que hizo fue ceñirse una toalla a la cintura y lavar los pies de sus discípulos. El Dueño y Señor de todo se puso a los pies de todos los pecadores. Y ese fue solo el inicio. Nos quiso (nos quiere) fuertes y valientes y se quedó como alimento, en la Eucaristía. Y con ello transformarnos día a día, de dentro hacia afuera, haciéndonos de su carne y de su sangre. Quiso que seamos felices y esos sólo se logra amando y siendo amados. "Claro que pueden amar y ser amados", "¡podrán!", dijo; "conmigo pueden". "No solo les doy ejemplo, me doy como fuente de sabiduría y gracia para que sepan cómo y puedan". Y ese amor transformó el mundo, se hizo la marca de nuestra familia espiritual y la entrada al Reino De Dios. Y como el cielo estaba cerrado para nosotros quiso abrirlo, reconciliarnos con el Padre y mostrarnos hasta dónde se puede amar: su Cruz bendita. 

¡Tu Cruz Señor!. El lugar de la única batalla liberadora, el lugar de las conquistas, de las victorias, de la entrega. ¡Qué precio tan grande el que tuviste que pagar y que pagas hasta hoy por mí!. El dueño de todo, despojado de todo. ¡Cuánto te he costado Señor!. ¿Tanto me amas? ¿Tanto, tanto me amas que cargaste sobre ti todo lo malo que hay y puede haber en mí y en cada uno, y te entregaste a la muerte?. Muriendo Tú, moría el pecado. Y de éste querías librarme. Y me sigues librando hasta hoy cada vez que te lo pido en ese otro lugar de amor, el confesionario.  Muriendo descendiste al lugar de los muertos para vencer a la misma muerte y al levantarte victorioso, vivo y resucitado, inauguraste también para mí la vida eterna. Merecía yo la muerte y ahora me haces merecedor de la vida eterna. Si eso no es verdadera revolución no sé qué otra cosa puede serlo.



¿Somos modernos?
¿Nos creemos hoy, en el siglo XXI revolucionarios del amor y de la libertad? ¿Liberados de cadenas y estereotipos porque creemos que podemos inventar valores, verdades, ideologías que se vuelven norma de vida y falsos dioses? ¿Porque creemos que podemos decir que lo que es falso ahora es verdadero y viceversa? ¿Porque jugamos a ser Dios con la vida, la naturaleza y el mundo? ¿De verdad lo creemos así? ¿No no damos cuenta que somos creaturas administradoras de todo lo creado y que fallamos casi al inicio de la creación en este encargo bendito? Si queremos ser mejores, crecer, reconciliarnos con nuestra naturaleza y "evolucionar", dando un salto en el mismo ser, hace falta ir tras el "pagaré" de nuestra redención, de nuestra transformación. Ese que Jesús ya ganó para nosotros. ¿Qué más revolución que ser amados por el que es el Amor? ¿Que ser liberados de nuestras taras, vicios, miedos e imperfecciones? ¿Qué mejor "revolución" que la de un Rey que se ciñe una corona de espinas y un siervo al que hacen rey gratuitamente?.



Hace dos mil años se nos dio una clase magistral sobre amor, libertad, sabiduría y evolución. Nada podrá jamás superarla. Y cuánto más modernos, libres, amados y amantes nos creamos y queramos ser, más cerca deberemos estar a este Modelo de revolución. 

¿Cómo me uno a esta revolución?

Está a la distancia de una oración, de una buena confesión. Y puedes asistir también tú a esa clase magistral de vida, de amor, de humanismo que se dio hace 2000. Se renueva hoy día. Cada día. En cada Eucaristía, en cada Sagrario. Y se recuerda en cada Cruz. ¡Bendita Cruz!.

¿Quieres respuestas?

Entra en la intimidad de tu corazón, a solas, con paz y frente a un crucifijo pregunta a este Rey crucificado por qué tanto amor, por qué tanta esperanza puesta en ti. Nunca deja una oración sin responder, y responde lo que más nos conviene y a su manera, que es la más perfecta. Decídete a oírle y no a oírte a ti mismo. ¿Quieres oírle y verle con los sentidos del alma? Pues "Bienaventurados los limpios de corazón, pues ellos verán a Dios". Tiene todas las respuestas. 

Estos días el Señor quiere mostrarte su revolución del Amor. Asiste a las celebraciones de estos días santos y déjate renovar y transformar por esta "revolución que es también evolución".


Feliz Triduo, feliz Pascua de Resurrección. Feliz porque vales la muerte y la vida de Dios.



Con amor fraterno
Hna. Antonella Sangio

lunes, 10 de abril de 2017

MISA CRISMAL



Estamos ya en la Semana Santa. Ayer conversábamos sobre la importancia de disponer el corazón para dejarnos conquistar por el amor de Dios y hacer que la sed que Jesús tiene de nosotros y por la que se subió a la Cruz de fruto abundante en cada uno, en muchos.
También yo quiero que esta Semana Santa sea la más especial hasta ahora para mí y se lo pido de todo corazón, más allá de mi pequeñez, al Corazón de Dios. Como parte de las actividades propuestas por la Iglesia para enriquecernos y recibir las gracias que quiere la Iglesia derramar en nosotros, está la celebración de la Misa Crismal, a la que asistí hoy con la ayuda de las hermanas. Esta Solemne celebración me ha movido a compartir con ustedes algunas ideas, esperando puedan mis pobres palabras transmitir las profundas vivencias del día de hoy. 
Empecemos entendiendo de qué se trata esta celebración.
"Me buscarán"
El Señor Jesús, poco antes de ser entregado, mejor dicho, de entregarse en manos de quienes le juzgarían y condenarían a muerte ignominiosa, quiso dejar "arregladas las cosas" para que sus amigos siguieran adelante en el Camino emprendido con Jesús. Como el más perfecto de los amigos, de los hermanos, de los padres... que sabe que va a partir para siempre, aprovechó los últimos momentos con los más cercanos para entregarles todo lo que podía dejarles, su herencia, hablando en términos humanos. Se dejó Él mismo: "me buscarán" les dijo. A la luz de la Pascua todo lo que la última noche dijo e hizo Jesús en este mundo, cobró un significado increíble. Para muestra un botón: la Institución de la Eucaristía. "Me buscarán" y ahí me encontrarán -les dijo y nos dice hoy también-, sentirán soledad, debilidad, miedo... ahí encontrarán respuestas y soluciones, porque ahí estoy Yo, no sólo para estar cerca, sino para "ser uno" con ustedes, para entrar en "comunión". Es un increíble Misterio de Amor que en la medida en la que nos acercamos a Él vamos entendiéndolo cada vez más. No podemos de una sola, nos sobrepasa. Este tema nos reunirá nuevamente el día jueves, cuando meditemos sobre la Eucaristía específicamente. Pero hoy nos adelantamos un poco en las celebraciones de ese día hablando de la misa Crismal. La celebración que reúne al Señor Obispo de cada diócesis con sus sacerdotes para renovar, entre otras cosas, sus promesas sacerdotales.

No habría Eucaristía en el mundo sin el Sacerdocio Ministerial. ¿Te has puesto a pensar en ello? Al Instituir la Eucaristía, consagró el Señor a los primeros sacerdotes y con ellos el Sacramento del Orden. Cada sacerdote, hoy en día, al ser ordenado se incardina, es decir se "inscribe" en una diócesis determinada (en una ciudad, en una zona geográfica determinada), para llevar a cabo su misión sacerdotal bajo el cuidado y la "gestión" de un obispo determinado. Recordemos que los obispos son los sucesores de los apóstoles y tienen la plenitud del Orden Sacerdotal. Una vez al año, el día en el que se celebra el Sacerdocio, - el día en el que se instituyó- el jueves santo, todos los sacerdotes y su Obispo, se reúnen en la Iglesia principal para celebrar el don recibido y para renovar sus promesas. Por razones  pastorales, se puede adelantar a uno de los días de la Semana Santa. Es una bella ceremonia y muy importante para la Iglesia Universal y sobre todo para cada sacerdote.

"¿Quieren unirse más fuertemente a Cristo y configurarse con Él, renunciando a ustedes mismos y reafirmando la promesa de cumplir los sagrados deberes que, por amor a Cristo, aceptaron gozosos el día de su ordenación para el servicio de la Iglesia?" Esta es la pregunta que el Obispo le hace a sus sacerdotes en un momento de la Celebración y a la que solemnemente responden todos juntos afirmativamente. ¿Se imaginan el momento?, ¿la fuerza y conmoción de ese instante? Aún más emocionante es el momento de la consagración, donde todos, desde sus lugares y extendiendo la mano derecha, pronuncian las palabras de la consagración a una sola voz.


Hoy en Alicante
La Catedral de San Nicolás, en Alicante, donde estoy viviendo ahora, estaba más bonita de lo  que usualmente está -y ya de por sí es una joya arquitectónica-. La liturgia exquisita, el coro  que parecía una pequeña sinfónica dando el mejor de sus conciertos, las palabras de Monseñor Jesús, el Obispo, tan sentidas y paternales, dirigidas- sobre todo- a animar a sus sacerdotes a la configuración con Cristo, hicieron que el momento sea reconocido como lo que es cada Misa, un anticipo del cielo, un encuentro con el Señor.
Una celebración con todo el pueblo de Dios
¿Por qué esta celebración tan sacerdotal está abierta a todos los fieles que quieran asistir? Yo creo que porque es súper importante celebrar con nuestros pastores el don de su sacerdocio, porque es importante rezar por ellos, por los que se están preparando para serlo, por aquellos que están siendo llamados, por los que están tentados, etc. Hoy en día, es más fácil oír hablar de los pecados de algunos sacerdotes que de la entrega silenciosa y fiel de la mayoría. En Pro Ecclesia Sancta he podido estar cerca, trabajar codo a codo con varios de nuestros sacerdotes y al estudiar en la Facultad de Teología, pude hacer grandes amigos curas, o diocesanos o miembros de otras congregaciones. Por esta cercanía puedo afirmar que la vida de un sacerdote, además de hermosa, es sumamente exigente. No se puede ser sacerdote, buen sacerdote, de los que responden a ese celo por las almas que el Señor despierta al llamarlos, sin la determinación de entregarse generosa y completamente al Señor con 
una renuncia a todo lo que es propio. Se pide de ellos que  no reclamen su vida para sí mismos, sino que la pongan a disposición de otro, de Cristo. Que no se pregunten: ¿Qué gano yo?, sino más bien: ¿Qué puedo dar yo por Él y también por los demás? No es sencillo y no se logra de la noche a la mañana, pero trabajan mucho para lograrlo, en medio de una vida en la que sus actos, sus decisiones, sus estudios, sus esfuerzos, etc, gira alrededor de su vocación de pastor. Recuerdo que un día conversando con uno de ellos me contó que quería complementar sus estudios con una licenciatura. Se decidió finalmente por determinado curso porque sabía que le ayudaría mucha más en el acompañamiento de los matrimonios con los que trabaja (ese fue su móvil principal). Y ese es uno de los ejemplos más simples.
Reza por los sacerdotes, por quien te confiesa, por el que celebra la misa a la que vas. Te cuento lo que yo hago para no olvidarme de rezar por el celebrante. Me lo recomendó un sacerdote. En el momento en el que comulga el padre, después de las palabras "Este es el Cordero de Dios...", aprovecho de pedir profundamente por las gracias que necesita el celebrante (y por alguno más, claro). Ya verás que en adelante seguro también lo harás, pues el verlo comulgar será un buen recordatorio. ¡La oración de intercesión es poderosa!.

También, en la misa Crismal
En la misa Crismal, y de ahí su nombre, también se consagra el Santo Crisma  -la materia sacramental con la cual son ungidos los nuevos bautizados, son signados los que reciben la confirmación y son ordenados los obispos y sacerdotes, entre otras funciones- y se bendicen además los restantes óleos o aceites (para los enfermos y lo que se van a bautizar). 

Por los dos Sacramentos que imprimen carácter, el bautismo y la confirmación, y en los que se nos unge con el Santo Crisma, participamos, también nosotros, aunque de otra manera, del sacerdocio de Cristo. Esta llamada a configurarnos con Él, a entregarnos por la salvación de las almas dentro de nuestra propia vocación, es también para ti y para mí. Es por eso que la celebración me fue aún más especial. Fue un recordatorio íntimo y gozoso. Los Sacramentos que se significan en estos óleos bendecidos, el poder del sacerdote que los hace posible y el inmenso Amor que movió al Señor a quedarse y obrar en ellos "hablan" y muy claro, en esta celebración.
Únete
En Lima la misa Crismal se celebra el jueves por la mañana (me parece que será a las 10:00am). Si estás en otra ciudad y quieres ir también será fácil averiguarlo. Si puedes únete a tan especial celebración; y si físicamente no puedes estar, eleva una oración por todos los sacerdotes de la Iglesia Universal. Uno de ellos una vez me dijo que más importante, incluso que su cumpleaños, es para él esta fecha del jueves santo y el día de su ordenación. Cariño, confianza, agradecimiento e incluso el mismo amor de Dios, pueden transmitirse en una respetuosa felicitación por su día. Cuánta falta hace familias que rezan por ellos, feligreses que cuidan de ellos, católicos que comulgan y defienden a sus pastores. En el mundo de hoy, muchos están acostumbrados a poner en tela de juicio cada actividad o actitud de nuestros sacerdotes. Es hora que nosotros hagamos por ellos lo que nos toca.
Bueno hermano (a) muy querido (a), ha sido para mí muy especial compartir mis sentimientos y reflexiones de este día. Ojalá te sirvan un poco. ¡Ánimo en esta semana especial! En medio de lo que te toca hacer y en el momento que has separado para el Señor, adéntrate en los Misterios a celebrar y camina con Jesús.
Que el Señor te bendiga. Y recuerda que todos, sacerdotes, religiosos y laicos, por el bautismo, hemos sido ungidos y llamados a ser buenos "administradores de los misterios de Dios" (1Co 4,1)

Unidos en el Corazón de Jesús
Hermana Antonella



domingo, 9 de abril de 2017

¡SIGAN A CRISTO! Que viene a salvarnos

DOMINGO DE RAMOS





Estamos hoy, Domingo de Ramos, en el pórtico de entrada a las celebraciones de la Semana Santa. Esta semana no nos debe dejar indiferentes. Y no se trata únicamente de una serie de celebraciones que rememoran acontecimientos especiales de hace miles de años. Es mucho más que eso. Se trata de vivir, intensamente,  lo más intensamente posible, todo aquello que Jesucristo, Nuestro Señor, el Hijo de Dios, vivió, vive cada año, es más, en cada misa, por nosotros, por mí y por ti, para pagar nuestras culpas, para reconciliarnos con Dios. Y nunca es demasiado tarde. ¿Quiéres ser de aquellos que acompañan a Jesús en sus pasos por el Misterio de su Muerte y Resurrección? ¡Puedes! Él te espera, es más, aunque parezca ilógico, por voluntad suya, te "necesita", se quiere dejar acompañar, consolar, ayudar por ti. Puedes tomar el lugar de uno de sus discípulos, de Juan, de Pedro, de los más cercanos; puedes consolarle en  la peor de las agonías, la que vivió en Getsemaní; puedes gritar que le eliges a Él y no a Barrabás en el juicio delante de Pilato; puedes también ofrecerte a ayudarle con la Cruz, antes que obliguen al Cireneo, haciendo tú de Cireneo voluntario y ganarte esa mirada de agradecimiento y de amor que debe haber convertido el corazón de ese buen hombre; puedes salirle al encuentro en su calle de la amargura, camino al Calvario, y como la Verónica enjugarle el rostro ensangrentado y agotado, dejándote Él su rostro bendito marcado para siempre en el corazón; y cómo no, puedes aprender algo de Nuestra Señora y perseverar como Ella y con Ella valientemente hasta el final, sin avergonzarte o asustarte de ser amigo suyo, y de pie a los pies de la Cruz, en acción de gracias, decirle al Señor ¡aquí estoy!.

Disponte, entrégate, concéntrate en lo verdaderamente importante estos días. 



Hoy únete a la muchedumbre que entusiasmada ve entrar a Jesús a Jerusalén, la ciudad santa, y grita fuerte con ellos: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey! (Mt 21,9). Tú sabes que lo es. En esos tiempos, en el primer domingo de ramos los entusiastas que le saludaban no entendían realmente a qué triunfo se dirigía el Señor. Tenían en sus corazones otras expectativas, superficiales, mundanas. Y nos pasa muchas veces también a nosotros, nos puede pasar. Jesús ese domingo se dejó saludar, cuando muchas otras veces calló incluso a los demonios que le reconocían como Mesía. "Sí soy yo", nos dice al dejarse recibir y alabar; soy quien viene a liberarte, el que siempre has esperado como respuesta a todas tus ansias. Pero esta liberación implica, exige cruz. Es el Misterio de nuestra Redención. Nuestra "cabeza", por así decirlo, tenía precio desde que se inauguró el pecado. Satanás, el padre de la mentira, la soberbia, la lujuria, la impureza, el desamor y de todos los pecados y los males de cada ser humano, le reclamaba a Dios lo que consideraba suyo. Los pecadores estábamos en sus manos -haz un rápido recuento de cuán larga es tu deuda con él (con Satanás)- . Y la manera de pagar era una, la muerte. El Señor ingresa a Jerusalén dispuesto a pagar esa deuda, sin reclamos, sin regateos; y vencer a la muerte que era nuestro castigo eterno, el que nos ganamos por justicia. Sólo Él podía, sólo Él puede. Entra dispuesto a darlo todo por todos y por cada uno. 


Un día de contrastes
El Domingo de Ramos es un día de aparentes contradicciones, de contrastes, un día agridulce. Y así lo muestra la Liturgia también. Hay dos evangelios, uno que se lee antes de ingresar al templo y que hace referencia a la entrada del Señor a Jerusalén, y el otro que es la lectura larga de la Pasión. Por eso se le conoce también como Domingo de la Pasión. La Gloria y la Cruz, juntas pedagógicamente en una misma conmemoración, para recordarnos que estas dos realidades están siempre presentes en el camino del cristiano, que al cielo se llega por la Cruz, que el sacrificio está siempre presente en la vida, hasta que lleguemos definitivamente al Reino Eterno que vino a instaurar el Hijo de Dios. 

Y hoy también le aclamamos diciendo "Hosanna al Hijo de David". El grito de "Hosanna" en la cultura judía, originariamente  significaba "ayúdanos". Esta súplica se fue transformando poco a poco en una exclamación de júbilo de un pueblo que confiaba en la respuesta de su Dios que mandaría al Mesías. Esta expresión es hoy para el cristiano una "exclamación que encierra múltiples sentimientos" ("Jesús de Nazaret": Benedicto XVI). Ya la Iglesia primitiva, en la celebración de la Eucaristía, antes de la comunión , exclamaba el Hosanna, junto con el "Maranatha", que significa: ¡Ven Señor Jesús!. Desde los inicios, el Domingo de Ramos nunca se consideró cosa del pasado. Hoy tampoco lo es.

Recorramos los pasos del Señor y preparemos nuestros corazones para recibir las innumerables gracias que quiere derramar sobre cada uno de nosotros. ¿La principal? EL RECONOCERNOS AMADOS HASTA EL EXTREMO POR EL SEÑOR. ¿Qué más puede anhelar un corazón? ¿Dónde más vamos a buscar respuestas, sabiduría, consuelo, felicidad, gozo, etc?

Pidamos, como señaló San Ignacio de Loyola en sus ejercicios espirituales, "conocimiento interno del amor de Dios, para más amarle y seguirle" y personalicemos nuestra semana santa. ¿Cómo? 


Algunas recomendaciones:
1. Vivamos intensamente cada celebración que la Iglesia propone: organízate de antemano. 
2. Hagamos una buena confesión
3. Dediquemos un tiempo cada día a reflexionar sobre todo lo que Jesús ha hecho "por ti", "por mí". 
4. Dentro de lo posible procuremos un silencio interior que nos ayude a vivir intensamente estos Misterios.
5. Llevemos con alegría la cruz de cada día, porque Él la lleva conmigo, Él ya pagó por ella. La cruz de la enfermedad, del sufrimiento interior, de la convivencia, de los problemas económicos, etc. Contigo y por ti Jesús. 



"Meditemos mucho hasta que se ablande nuestro corazón" (Santa Teresa de Ávila) y podamos luego decirle "si tú has hecho esto por mí yo quiero hacer esto otro por ti".

¡SIGÁMOSLE! ¡QUE VIENE A SALVARNOS! 

Unidos en la oración,
En el Corazón de Jesús.
Hna. Antonella Sangio.


PD: recomendaciones complementarias:
1. Lecturas que pueden ayudarte: "La Pasión del Señor" (Luis de la Palma); "Jesús de Nazaret"(Benedicto XVI), "Con Él" (Fulgencio Espa).
2. Buenas películas: Jesús de nazaret (Zefirelli); The Bible; María de Nazaret; AD.   
3. Páginas de internet: 
homilía Domingo de Ramos
La Pasión del Señor y la Santa Misa
Padre Santiago Martin. "Por ti, por mí"
Meditación del Pregón de Semana Santa
Meditación de la Pasión. Santo Cura de Ars
Homilía de Domingo de Ramos. Benedicto XVI
Homilía Domingo de Ramos. Monseñor Munilla.