DOMINGO DE RAMOS
Disponte, entrégate, concéntrate en lo verdaderamente importante estos días.
Hoy únete a la muchedumbre que entusiasmada ve entrar a Jesús a Jerusalén, la ciudad santa, y grita fuerte con ellos: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey! (Mt 21,9). Tú sabes que lo es. En esos tiempos, en el primer domingo de ramos los entusiastas que le saludaban no entendían realmente a qué triunfo se dirigía el Señor. Tenían en sus corazones otras expectativas, superficiales, mundanas. Y nos pasa muchas veces también a nosotros, nos puede pasar. Jesús ese domingo se dejó saludar, cuando muchas otras veces calló incluso a los demonios que le reconocían como Mesía. "Sí soy yo", nos dice al dejarse recibir y alabar; soy quien viene a liberarte, el que siempre has esperado como respuesta a todas tus ansias. Pero esta liberación implica, exige cruz. Es el Misterio de nuestra Redención. Nuestra "cabeza", por así decirlo, tenía precio desde que se inauguró el pecado. Satanás, el padre de la mentira, la soberbia, la lujuria, la impureza, el desamor y de todos los pecados y los males de cada ser humano, le reclamaba a Dios lo que consideraba suyo. Los pecadores estábamos en sus manos -haz un rápido recuento de cuán larga es tu deuda con él (con Satanás)- . Y la manera de pagar era una, la muerte. El Señor ingresa a Jerusalén dispuesto a pagar esa deuda, sin reclamos, sin regateos; y vencer a la muerte que era nuestro castigo eterno, el que nos ganamos por justicia. Sólo Él podía, sólo Él puede. Entra dispuesto a darlo todo por todos y por cada uno.
Un día de contrastes
El Domingo de Ramos es un día de aparentes contradicciones, de contrastes, un día agridulce. Y así lo muestra la Liturgia también. Hay dos evangelios, uno que se lee antes de ingresar al templo y que hace referencia a la entrada del Señor a Jerusalén, y el otro que es la lectura larga de la Pasión. Por eso se le conoce también como Domingo de la Pasión. La Gloria y la Cruz, juntas pedagógicamente en una misma conmemoración, para recordarnos que estas dos realidades están siempre presentes en el camino del cristiano, que al cielo se llega por la Cruz, que el sacrificio está siempre presente en la vida, hasta que lleguemos definitivamente al Reino Eterno que vino a instaurar el Hijo de Dios.
Y hoy también le aclamamos diciendo "Hosanna al Hijo de David". El grito de "Hosanna" en la cultura judía, originariamente significaba "ayúdanos". Esta súplica se fue transformando poco a poco en una exclamación de júbilo de un pueblo que confiaba en la respuesta de su Dios que mandaría al Mesías. Esta expresión es hoy para el cristiano una "exclamación que encierra múltiples sentimientos" ("Jesús de Nazaret": Benedicto XVI). Ya la Iglesia primitiva, en la celebración de la Eucaristía, antes de la comunión , exclamaba el Hosanna, junto con el "Maranatha", que significa: ¡Ven Señor Jesús!. Desde los inicios, el Domingo de Ramos nunca se consideró cosa del pasado. Hoy tampoco lo es.
Recorramos los pasos del Señor y preparemos nuestros corazones para recibir las innumerables gracias que quiere derramar sobre cada uno de nosotros. ¿La principal? EL RECONOCERNOS AMADOS HASTA EL EXTREMO POR EL SEÑOR. ¿Qué más puede anhelar un corazón? ¿Dónde más vamos a buscar respuestas, sabiduría, consuelo, felicidad, gozo, etc?
Pidamos, como señaló San Ignacio de Loyola en sus ejercicios espirituales, "conocimiento interno del amor de Dios, para más amarle y seguirle" y personalicemos nuestra semana santa. ¿Cómo?
Algunas recomendaciones:
1. Vivamos intensamente cada celebración que la Iglesia propone: organízate de antemano.
2. Hagamos una buena confesión3. Dediquemos un tiempo cada día a reflexionar sobre todo lo que Jesús ha hecho "por ti", "por mí".
4. Dentro de lo posible procuremos un silencio interior que nos ayude a vivir intensamente estos Misterios.
5. Llevemos con alegría la cruz de cada día, porque Él la lleva conmigo, Él ya pagó por ella. La cruz de la enfermedad, del sufrimiento interior, de la convivencia, de los problemas económicos, etc. Contigo y por ti Jesús.
"Meditemos mucho hasta que se ablande nuestro corazón" (Santa Teresa de Ávila) y podamos luego decirle "si tú has hecho esto por mí yo quiero hacer esto otro por ti".
¡SIGÁMOSLE! ¡QUE VIENE A SALVARNOS!
Unidos en la oración,
En el Corazón de Jesús.
Hna. Antonella Sangio.
PD: recomendaciones complementarias:
1. Lecturas que pueden ayudarte: "La Pasión del Señor" (Luis de la Palma); "Jesús de Nazaret"(Benedicto XVI), "Con Él" (Fulgencio Espa).
2. Buenas películas: Jesús de nazaret (Zefirelli); The Bible; María de Nazaret; AD.
3. Páginas de internet:
homilía Domingo de Ramos
La Pasión del Señor y la Santa Misa
Padre Santiago Martin. "Por ti, por mí"
Meditación del Pregón de Semana Santa
Meditación de la Pasión. Santo Cura de Ars
Homilía de Domingo de Ramos. Benedicto XVI
Homilía Domingo de Ramos. Monseñor Munilla.
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