Cuarto Domingo de Adviento
Junto con la Santísima Virgen María, el tiempo de Adviento
nos lleva a meditar sobre la figura de San José. Al igual que los grandes
personajes de la Sagrada Escritura, su vida no fue fácil. ¡Custodio en la
tierra del Hijo de Dios! Al igual que su esposa, era consciente del
cumplimiento de las promesas, pero no del modo en el que se realizarían. Y, sin
embargo, vive una vida de fe, de laboriosidad, de valentía y de prudencia.
Enseña al pequeño Jesús a orar, a trabajar, a conocer las tradiciones del
Israel antiguo. Combatió la tentación de la duda, del desaliento, pero quizás,
principalmente del miedo: como explica Santo Tomás de Aquino, del miedo de no
estar a la altura de la misión que se le encomienda.
Así como San José, debemos también recorrer un camino de fe,
que se traduce en fidelidad a la misión que Dios nos encomienda. Pueden venir
las tentaciones, pero la Palabra de Dios es fiel y no existirá prueba por
encima de nuestras fuerzas. Así como Él, dispongámonos a la escucha de la
voluntad del Señor y realicemos en nuestra vida el ideal de la santidad, único
camino para una felicidad plena
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