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domingo, 27 de noviembre de 2016

BUSCARÉ TU ROSTRO SEÑOR. Adviento


Hoy, domingo 27 de Noviembre  empieza un nuevo año litúrgico, el 2017, y con él nuevas esperanzas y ansias de encontrarnos con Jesús con un corazón mejor dispuesto, mejor preparado, crecido con las buenas y/o no tan buenas experiencias vividas en el año que acaba. El tiempo de adviento nos conduce a la Navidad, hacia el encuentro con Dios que viene y que será celebrado.

Dada su importancia, la Navidad está precedida por este tiempo en el que nos vamos preparando y disponiendo. ¿Cómo? La Iglesia nos marca una ruta extraordinaria, a través de la Palabra de Dios de cada domingo en la Santa Misa y a través de los Sacramentos de la Confesión y de la Comunión. Prepara tu corazón y disponte siguiendo el ejemplo de Nuestra Madre María, figura principalisima de este tiempo.

¿Adviento?

 Adviento: viene de  “adventus”: que significa venida, llegada. Era una fiesta pagana de invierno donde se pedía al dios sol, encendiendo velas, que volviera y les protegiese del frío. Los misioneros la "cristianizaron" y enseñaron que el “sol que nace de lo alto” es Jesús, que viene a salvarnos."Se quería decir substancialmente: Dios está aquí, no se ha retirado del mundo, no nos ha dejado solos" (Benedicto XVI).
Por ello las luces que vamos encendiendo cada semana en esos cuatro cirios, simbolizan la luz que va venciendo las tinieblas en las que nos ha dejado el pecado y el alejamiento de Dio, y que llega a fundirse con esa LUZ, que es Cristo que nace, que viene y  que ilumina nuestro camino.

Cuatro semanas y la oportunidad para prepararnos, arrepentirnos y esperar al Señor que "viene porque desea liberarnos del mal y de la muerte, de todo lo que impide nuestra verdadera felicidad, Dios viene a salvarnos”. (Benedicto XVI)

Durante el tiempo de Adviento experimentaremos también que la Iglesia manifiesta su cercanía haciéndonos vivir la espera gozosa de la venida del Señor, oigamos qué nos tiene que decir en la liturgia, en sus propuestas de vida, en su maternal asistencia sobre todo a través de los Sacramentos.
Búscale

Hemos dicho que es un tiempo en el que nos preparamos para la certera llegada del Señor. Pero si bien es Él el que toma la iniciativa de acercarse, de vencer toda distancia entre ambos y de tomar nuestra naturaleza para que podamos reconocerle, nos toca también a nosotros salir a su encuentro, buscarle y hallarle, y en ese encuentro de corazones, de personas, encontrar el fin para el que hemos sido creados. La vida del cristiano debería resumirse en la súplica del salmista: “tu rostros buscaré Señor, no me escondas tu rostro”. David (quien probablemente lo escribió) se adelantó muchísimo al acontecimiento de la Encarnación y Nacimiento del Hijo de Dios; le reza y le clama que quiere ver su rostro, pero Dios no tenía aún rostro. Ahora sí, vivimos en un tiempo privilegiado; por todos el Señor de los cielos ha asumido todo lo que nosotros somos como seres humanos, y es en su rostro en el que podemos reconocer todo lo que quiere decirnos, todo lo que espera de ti y de mí; también en su rostro leeremos cuánto ha deseado ese momento, cuánto ha hecho para que se concrete y cuánto tiene para darnos y para hacer en nosotros. Recordemos cómo los apóstoles lo dejaron todo con sólo una mirada, con sólo una palabra.  

¿Quieres ver su rostro?

Pues este es un tiempo favorable para dar un paso a la conversión, un paso para despertar, como señala la Palabra de Dios este primer domingo de Adviento.


No veremos su rostro si no nos damos el tiempo para prepararnos, para buscarle y para dejarnos encontrar por la Él. Recuerda que si nos falta Dios, falla la esperanza, todo pierde sentido. 
Proponte estos tres puntos. Recuerda que así como puede mostrarnos su rostro, puede también esconderlo a quien no le busca y le ama de todo corazón.


1. Procura un corazón limpio, sólo así podrás VER al Señor. ¿Cómo? Con un breve examen de conciencia y por lo menos una vez, en estas cuatro semanas, CONFESANDO tus pecados y faltas. Experimentarás la paz de los que han confiado en la Misericordia de Dios que sana y restaura.

2. Búscale y le hallarás,  en el encuentro con Cristo en la EUCARISTÍA. No hay abrazo más profundo con el Señor que el que recibimos al comulgar. No hay mayor intimidad con Dios que cuando entra en tu alma; en ese momento, tu corazón, al recibirle, se convierte en un nuevo Belén.

3. Ámale: en tantos momentos, en tantas personas, en tantas bendiciones. Para tener la luz del Señor y poder reconocerle y amarle en y a través de todo, es importante relacionarnos con Él muy frecuentemente en la ORACIÓN. Un momento al día sentado, arrodillado, disponte a estar a solas con Él que tanto te ama. Sólo en estos momentos podrás ir comprendiendo, cada vez más, las verdades eternas transmitidas en tiempos tan especiales como el que hemos inaugurado hoy y ese otro “grande” al que nos dirigimos, la Navidad. Al salir de la oración, la semilla sembrada por Dios en ti se traducirá necesariamente en BUENAS OBRAS. Éste es tiempo también de esmerarte en ello. Sobre en todo en casa. Que se note en tu relación familiar que estás en tiempo de conversión, de alegre y profunda espera, de gozoso encuentro con el Dios que te busca.


Viene, vino y vendrá.

"Vivamos intensamente el presente, donde ya nos alcanzan los dones del Señor, vivámoslo proyectados hacia el futuro, un futuro lleno de esperanza. De este modo, el Adviento cristiano es una ocasión para despertar de nuevo en nosotros el sentido verdadero de la espera, volviendo al corazón de nuestra fe, que es el Misterio de Cristo, el Mesías esperado durante muchos siglos y que nació en la pobreza de Belén" (Benedicto XVI).Se trata de un pesebre continuo, es decir, de una acción que se realiza siempre: está ocurriendo, ocurre ahora y ocurrirá también en el futuro. En todo momento Dios viene.

1. 1. Vino en el PASADO: En la historia, hace XXI años cuando nació en Belén de María su Madre, concebido por el Espíritu Santo. Es la primera Navidad, y la que celebramos como un Maravilloso Misterio que nos sobrepasa y que nos va transformando poco a poco. 

2.  2. Vino en el PRESENTE: Con su venida espiritual, la que se da hoy, viene a nuestro corazón, a nuestra vida personal. Es la presencia de Jesús en el día a día; por ello debemos estar vigilantes; caminando por los caminos del Señor siguiendo sus huellas. Está con nosotros en los Sacramentos, sobre todo en la Eucaristía, en la Iglesia, en su gracia. Con ella caminamos preparando y anhelando el futuro. : “la salvación está más cerca de nosotros… dejemos pues las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz…. Andemos con dignidad…. Revestíos del Señor Jesucristo

3.   3. Vendrá en el FUTURO: Con la venida escatológica, al final, cuando llegue la plenitud de los tiempos y Jesús vuelva glorioso a recoger nuestros frutos de bondad y a  traernos la vida eterna.  “Estad preparados… viene el hijo del Hombre.”



Meditemos y preparemos en este adviento el Misterio que nos convoca, como María: Ella hizo posible la Navidad y es modelo y cauce de las venidas. Es tipo y modelo de la Iglesia. “Durante el tiempo de adviento sentiremos que la Iglesia nos toma de la mano y, a imagen de María Santísima, manifiesta su maternidad haciéndonos experimentar la espera gozosa de la venida del Señor, que nos abraza a todos en su amor, que salva y consuela”. (Benedicto XVI).




Recomendaciones:
  • Trázate un propósito de conversión para este tiempo, como ofrecimiento al Señor para disponer el corazón a Cristo que viene pidiéndole una Navidad en la que estés más unido a Él.
  • ¿Quieres saber un poco más del adviento? adviento
  • No dejes de tener en casa y vivir en familia la liturgia de la Corona de Adviento. Y prepara tu casa, que se note que estamos ad portas de la Navidad. Contrarresta tanta publicidad mundana. corona de adviento

 Las siguientes semanas seguiremos conversando sobre temas que nos ayuden a profundizar en este tiempo tan especial y sus características. La próxima semana veremos algunas recomendaciones sobre el Sacramento de la Confesión. Que Dios te bendiga. Si quieres que toquemos algún tema puedes proponerlo con toda confianza.
      
Unidos en la oración. 
Hna Antonella Sangio. PES









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