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sábado, 5 de noviembre de 2016

COMENTARIO EVANGELIO. Domingo 6 de noviembre





CREO EN LA RESURRECCIÓN:

TEXTO DOMINICAL TIEMPO ORDINARIO XXXII
Domingo 6 de Noviembre

Queridos hermanos:

Hoy, la liturgia de la Palabra nos invita a reflexionar sobre la Resurrección.
Después de la muerte, el alma permanece ya sea en el cielo, el purgatorio o el infierno; y el cuerpo se corrompe en espera de la Resurrección en el último día. Resucitar significa que, en el Juicio Final, nuestros cuerpos mortales volverán a la vida y se unirán a nuestra alma inmortal. Esto es lo que profesamos en el Credo al decir “creo en la resurrección de la carne” o “en la resurrección de los muertos”.

La resurrección es una verdad de fe esencial y está ligada a dos elementos muy importantes. El primero: a la existencia de un solo Dios, Creador del hombre entero, alma y cuerpo. Los cristianos, por eso, tenemos un gran respeto por el cuerpo y por la sepultura de nuestros difuntos.

El segundo elemento consiste en que Jesús ha dicho de Sí mismo: "Yo soy la resurrección y la vida" (Juan 11, 25). Por Cristo, con Él y en Él, que venció el pecado y la muerte en la cruz, somos “hijos de Dios y participamos de la resurrección para la gloria” (cf. Lucas 20, 36). Por tanto, la vida eterna siempre está ligada a la amistad con Jesús.

Cómo resucitaremos sobrepasa nuestro entendimiento; no es accesible más que en la fe. Todas las respuestas al respecto las tenemos en Cristo Resucitado y lo que dicen las Escrituras de ello: por ejemplo, tendrá su cuerpo, pero diferente en algo, aunque parezca contradictorio (¿recuerdan que en un primer momento María Magdalena lo confunde con el hortelano?); podrá alimentarse como lo hacemos ahora (pidió de comer para demostrar que estaba vivo); etc. La Santa Misa es la experiencia que más nos acerca a este Misterio porque todo nuestro ser participa de la comunión con Dios. ¡Pensemos en la gloria que nos espera! ¡No olvidemos nuestro destino! Miremos hasta dónde podríamos llegar con la ayuda de la gracia. “El Señor, que es fiel, nos dará fuerzas…” (2 Tesalonicenses 3,3).




Resucitarás un día para no morir más. 
¡Creo en la Resurrección de la carne!.

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