JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO
Hoy, solemnidad de Cristo, Rey
del universo se corona el año litúrgico y la Palabra de Dios nos invita a
contemplar la escena de la crucifixión: ¿por qué?
En la cruz, se realiza la máxima
revelación posible de Dios en este mundo. “Y yo cuando sea levando de la
tierra, atraeré a todos hacia mí” (Juan 12, 32). La cruz nos recuerda de qué
Rey somos servidores, a qué trono ha sido elevado y cuál es el Reino al que
pertenecemos.
Quién es nuestro Rey: es el Dios
hecho hombre que muestra su realeza bajo el velo de la fe. Es el Rey del amor y
no de lo “espectacular” ni lo cómodo. Cristo tiene poder porque “reconcilia
consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por
la sangre de su cruz” (Colosenses 1, 20); y no porque pudo salvarse a sí mismo,
bajándose de la cruz.
A qué trono ha sido elevado: la
cruz. Hemos escuchado que Jesús estaba “en el mismo suplicio” que el de los
ladrones. En el fondo, todos somos pequeños o grandes ladrones de la gloria de
Dios. Cristo ha querido asumir nuestro suplicio para rescatarnos y “darnos
ejemplo para que sigamos sus huellas” (cf. 1 Pedro 2, 21). Y así, conducirnos a
su Reino de salvación.
Precisamente, ése es el tercer punto: el Reino al que pertenecemos. Consiste en estar con Cristo. “Hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lucas 23, 43) dice Jesús al “buen ladrón”. El Paraíso, el Reino, es estar con Cristo. Si aún no experimentamos esa gozosa compañía; hoy volvamos a Él, volvamos a coronarle Rey de nuestras vidas y nuestras decisiones, Rey de nuestro pequeño y gran universo.
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